Marfiles

Desde tiempos de los griegos, el marfil ha sido un material muy utilizado con fines artísticos. Sus características en cuanto a dureza, brillo y color lo han convertido en un material idóneo para la fabricación de objetos y esculturas, ya que permite obtener acabados definidos y de gran belleza.

El marfil tuvo su máximo apogeo durante la Edad Media, sobre todo en la imaginería religiosa. Se realizaban Cristos, imágenes de la Virgen con y sin Niño, calvarios, cruces, dípticos y trípticos con escenas de la Biblia. También se fabricaron objetos seculares como cajas, peines, juegos de ajedrez, puños de bastón y abanicos. Durante la Edad Media, París se convirtió en el centro de producción más importante, exportando a toda Europa. En la Edad Moderna el centro de producción se traslada a la ciudad francesa de Dieppe, y a principios del S.XX surgieron las esculturas crisoelefantinas de Art Decó de la mano de artistas como Demetre Chiparus o Ferdinand Preiss, entre otros. En España contamos con un gran patrimonio de obras realizadas en marfil, puesto que se trabajó este material desde la Edad Media hasta el S.XX.

En China, en la India, en Japón y en el arte islámico, ha habido una tradición milenaria a la hora de trabajar el marfil.

Existen dos tipos de estilos artísticos dentro de arte elaborado en marfil, uno son los marfiles europeos y otro son los marfiles orientales. La técnica de ejecución es diferente: los marfiles orientales se caracterizan no solo por su temática, sino por el gusto de la filigrana y el detalle en su ejecución.

Los objetos y esculturas se fracturan con cierta facilidad. Su restauración se basa en la reparación de fracturas y en la reconstrucción de fragmentos que afectan a la lectura estética de la obra.

RECONSTRUCCIÓN DE LOS DEDOS DE LOS BRAZOS DE UN CRISTO S.XVII

NAVAJA ESPAÑOLA- ALBACETE S.XVIII